Cumplimos 5 abriles con Organiza. Años no solo de enseñar y facilitar a cientos de personas, sino también de aprender, capacitarnos constantemente y desaprender muchos conceptos y creencias sobre estos temas.
A modo de resumen, quiero compartirte 7 enseñanzas que fui incorporando y que más marcaron mi mentalidad en mi propio proceso de organización personal:
1.No se gestiona el tiempo sino la energía.
El tiempo es una constante, no se puede gestionar. Todos los días tenemos 24 horas, que no se pueden detener, acelerar o guardar. Lo que sí administramos a lo largo de esas horas es a qué elegimos darle nuestra energía -física, mental, emocional y espiritual-, y cómo la utilizamos y recargamos.
2. No existe una receta única.
Sí podemos hablar de buenas prácticas, métodos y técnicas efectivas. Pero cada persona arma su propio “mix” de estos elementos en base a su propia rutina, estilo, personalidad y que le es funcional y sostenible.
Por eso, no pienses que “sos súper desorganizad@” simplemente porque tu forma de ordenar las actividades y tus hábitos son diferentes a X persona que ves en redes con una supuesta “vida perfecta”. TOD@S podemos lograr un estilo de organizarnos que nos haga sentido y que se adapte a nosotr@s, y no al revés.
3. Pensar por semana
Sé que soy repetitiva: “la semana es la vida en miniatura”, la cancha donde juegan -y muchas veces compiten-todos nuestros roles.
Si bien hay mucho para hablar de esto (en el curso central «Organización Personal» les enseño nuestra metodología de planificación semanal), como hábito esencial recomiendo salir del modo diario, del “qué tengo que hacer hoy” y reemplazarlo por “qué tengo que hacer esta semana”.
Este pequeño hallazgo cambió absolutamente todo. Cuando nos movemos día por día, lo más probable es que nos organicemos solo en base a la urgencia. En cambio, la planificación semanal nos permite ver nuestra rutina en forma integral, con sus distintas actividades, bloques y flujos temporales y energéticos.
4. Las rutinas son aliadas
Si tenemos en cuenta que nuestro día a día es cíclico, que hay asuntos que se repiten cada día, semana a semana, nos daremos cuenta que no hay nada más efectivo que contar con algunos “criterios prediseñados”. Desde armar un menú semanal, pasando por un plan de limpieza o hábitos de orden hasta una rutina de ejercicios o de juego con nuestr@s hij@s. Las rutinas aceitan, agilizan y simplifican el día a día, además de ayudarnos a generar hábitos y sostener todo lo “operativo” de la vida cotidiana.
5. Incorporar los descansos como parte de la rutina
Los descansos no suelen estar en los planes. Por el contrario, muchas veces los vivimos con culpa o sensación de debería estar haciendo X cosa. Aprender a integrar los descansos como parte de la rutina hizo la diferencia. Ya sean micro como siestas o break, o macro como una escapada de finde o dejar en pausa un objetivo. La organización consciente se basa en este equilibrio entre la actividad y la recarga. Saber que el ocio, el disfrute y la diversión no son premios por sino parte de un estilo de vida saludable y productivo.
6. Los sueños son proyectos
Los proyectos son el elemento clave para materializar nuestros deseos y objetivos. Desde un viaje, hasta una mudanza, un cambio profesional o el desarrollo de un nuevo hábito, pensar cada uno de estos objetivos como proyectos que se integran a lo cotidiano nos permite organizar las tareas, acciones y recursos de forma estratégica y balanceada, logrando un equilibrio entre lo rutinario del día a día y aquello más trascendente que quiero ir construyendo.
7. Entender que existen 3 tipos de objetivos
Si hacemos doble clic a nuestras metas, nos daremos cuenta de que no son todas iguales. Aprender que existen 3 tipos de objetivos, asociadas con las propias dimensiones: TENER, SER Y HACER.
El que más escuchamos es el del TENER: el logro concreto, como un viaje, un título, un cambio laboral…
Pero nos olvidamos que necesitamos otros dos. Por un lado, los objetivos del HACER, que implican aprender, adquirir o potenciar ciertas habilidades y conocimientos.
Y por el otro lado, los objetivos del SER, que tienen que ver con crear hábitos y rutinas, con estilo de vida. Estos últimos son el ADN, las columnas que sostienen todo el sistema.
Nutrirnos de estos tres tipos de objetivos y aprender a darles la prioridad a cada uno es clave para llevar adelante nuestro sistema de organización en armonía y bienestar.