Mucho se habla de la importancia de tener un buen balance en nuestra vida, entre nuestro trabajo, nuestra vida personal, nuestros espacios y también el tiempo con los demás. Tener una vida equilibrada y encontrar armonía en nuestro día a día puede ser un desafío en un mundo lleno de demandas y distracciones constantes.
Hay un “secreto” para organizarnos y se resume en una de mis frases preferidas y de mis alumnas: Podemos con todo, pero no con todo AL MISMO TIEMPO ni poniendo la MISMA ENERGÍA a cada cosa.
El balance, como la palabra lo dice, viene de BALANCEAR: movimiento hacia un lado y hacia el otro. Y acá entra otro concepto fundamental: el movimiento. El balance no es algo estático sino dinámico, se va adaptando a cada etapa.
No solo nuestro tiempo es limitado, sino que nuestra capacidad de compromiso también lo es. Hay que ir repartiendo, priorizando, dosificando según la etapa, el contexto y los objetivos que vamos teniendo.
Una buena práctica que podemos incorporar es elegir de 2 a 3 roles u objetivos protagonistas por ciclo. Eso no significa que será lo único que harás o que no vas a ocuparte de otros temas, sino que estos tendrán prioridad en tu agenda y tus recursos.
Tené en cuenta también tus rutinas cotidianas y todas las tareas operativas y esenciales que realizas día a día. Son “costos fijos” diarios y semanales. Mientras más organizadas estén, más fluirá todo lo demás. Más liberarás tiempo, energía y carga mental para poder invertir en otros lugares.
Por último, recuerda que encontrar equilibrio y armonía en tu día a día es un proceso continuo. No se trata de lograr la perfección, sino de hacer pequeños ajustes y elecciones conscientes para vivir una vida más plena y satisfactoria. ✨