Hoy quiero compartirte un ejercicio muy simple que puede ayudarte a cambiar tu mirada sobre tus hábitos, rutina y objetivos.
Te invito a que escribas de 10 a 15 logros y cosas positivas que hayan pasado en estos primeros seis meses del año. Puede ser en papel o digital, lo que sientas y uses.
Un momento: me gustaría que reformulemos qué es un logro. A menudo, definimos como logro hitos del tipo “me recibí”, “obtuve un ascenso”, “lancé 3 nuevos productos”, “dupliqué mi facturación”, “hice tal viaje”. Por supuesto, todo esto se celebra y es importante.
El tema es que, en general, desmerecemos otro tipo de logros, que tienen más que ver con procesos internos, hábitos y decisiones “invisibles”. Logros como “sostuve la actividad física”, “me organicé mejor y estuve más tranquil@” o “pude tener conversaciones incómodas pero necesarias”.
En nuestro balance, en general solo evaluamos los logros “que se ven”, pero no aquellos hacia adentro. Incluso, en el ejemplo del “vendí más”: quizás no vendiste más, pero reforzaste la relación con tus clientes, puliste procesos internos o mejoraste la comunicación. ¿No son logros acaso?
Los logros quizás no tienen que ver con crecimiento y resultados, como parece que hoy fuese el único mandato del desarrollo personal. Muchas veces tienen que ver con sostener, transitar procesos, integrar nuevas formas de ser y hacer. Incluso con dejar de hacer y des-aprender.
Por ejemplo, uno de mis logros este tiempo fue ajustar microhábitos de la rutina que me ayudan a estar más enfocada y avanzar en ciertos proyectos. También ser más selectiva con la información que consumo y no quedarme en la teoría, sino llevarlo a la acción. Los “hitos visibles” fueron la consecuencia de estos cambios “invisibles”.
Nuestra mente suele estancarse en “lo que faltó”. Este ejercicio es muy poderoso porque permite poner el foco en aquello que no siempre vemos ni valoramos.
Te invito a tomarte unos minutos y hacerlo: ¡te aseguro que va a expandir mucho tu visión y perspectiva!