Cada tarea, actividad, objetivo, compromiso, pide de vos ENERGÍA. Puede ser dinero, habilidades, tiempo, foco, etc…
Pensá en esa energía como una inversión. Tiene que tener algún tipo de retorno.
Te pregunto: teniendo en cuenta esto… ¿considerás que tus tareas y objetivos actuales son RENTABLES? Es decir, que el retorno que obtenés supera la inversión que hacés en ellos.
Este concepto fue uno de los que más me marcaron cuando comencé en este camino de la productividad holística y la gestión de tiempo.
Eso nos sirve muchísimo para repensar en qué estamos invirtiendo (o malgastando) nuestras energía, y también ser más selectiv@s a la hora de asumir nuevos compromisos y proyectos. Desde un nuevo curso, hasta qué noticias elijo consumir y el tiempo que dedico a mis relaciones.
Lo que pasa, y quizás te resuene, es que tenemos un horror al espacio vacío. Nos aterra tener «tiempo libre» por miedo a estarlo desperdiciando. Sentimos que desaprovechamos ese «espacio vacío», como un hogar sin muebles. Nadie quiere una agenda vacía.
Pero… ¿realmente una agenda con aire o con espacios vacíos es sinónimo de una vida vacía o aburrida? ¿Y una agenda llena es sinónimo de una vida plena?
Creo que en el fondo, no se trata de la cantidad de actividades o tareas, sino de comenzar a «medir» nuestra productividad según otros parámetros más nutritivos para nuestro SER: bienestar, equilibrio, energía, conexión, crecimiento, propósito…
Y vos, ¿te animás a vivir la productividad desde este lugar? 💜